La pantalla de los clásicos: diciembre 2013

martes, 31 de diciembre de 2013

"La condesa descalza" o el trágico destino de la hermosa "Cenicienta" que sólo buscaba ser feliz




Titulo original: The barefoot contessa Año: 1954. Director: Joseph L. Manckiewicz Productor: Robert Haggiag, Angelo Rizzoli, Franco Magli Guión:Joseph L. Manckiewicz Interpretes: Ava Gardner, Humphrey Bogart, Edmond O´Brien, Marius Goring, Rossano Brazzi, Valentina Cortese Música: Mario Nascimbene Fotografía: Jack Cardiff Montaje: William Hornbeck Vestuario: Fontana. Género: Drama. Estreno en Estados Unidos: 29 de septiembre de 1954

"La condesa descalza" es probablemente una de las mejores, sino la mejor pelicula protagonizada por uno de los grandes mitos  del cine, una actriz de exuberante belleza como fue Ava Gardner. Nadie como ella para interpretar a la bailarina española Maria Vargas que se convierte de la noche a la mañana en una famosa actriz, una hermosa  mujer deseada por todos que tan solo buscaba la felicidad de amar y ser amada y que desgraciadamente no la encontrará, pues cuando cree que la ha alcanzado "el principe azul se convertirá en sapo", -nada, en este mundo, es lo que parece-, y morirá trágicamente a manos de su celoso marido.  

La película comienza en un día lluvioso, en el cementerio  de Rapallo, (Italia), donde se está celebrando el entierro de Maria Vargas, conocida en el mundo del cine como Maria D´Amata  o condesa Torlato-Favrini. El entierro está presidido por una estatua de María, erigida paradójicamente por su marido y verdugo,  donde se la ve, de pie y descalza, perfecta representación de su figura y espíritu. 


Al entierro asisten una docena de personas, fundamentalmente del mundo del cine, personas que la conocieron y que utilizando la técnica del flash-back nos van narrando la triste historia de esta moderna cenicienta que fue María Vargas o Maria D´Amata. 

Entre los asistentes al sepelio encontramos al guionista y cineasta Harry Dawes (Humphery Bogart) que nos cuenta como conoció tres  años atrás a María Vargas. En aquel entonces  Harry tenía  problemas con el alcohol y tuvo que sufrir frecuentemente las humillaciones de un vanidoso y egolatra productor de Hollywood llamado Kirk Edwards. Estando en Roma el grupo de Edwards (formado, además de por Harry, por el Relaciones Públicas Oscar Muldoon (Edmond O´Brien) y por una aspirante a actriz llamada Myrna) alguién les aconseja buscar una nueva cara y Harry y el resto de la troupe se desplazan a España donde encuentran en una taberna madrileña a la bailarina Maria Vargas. 

 
Inicialmente Maria se muestra reacia a entrar en el mundo del celuloide, sobre todo porque Edwards y el entorno que le rodea no le gusta pero finalmente  ante la insistencia de Harry  accede y hacen juntos una película que resulta todo un éxito. Harry inicia asi con Maria una curiosa relación de amistad cuasi paterno-filial ya que él está felizmente casado con Jerry, secretaria de producción. 

Pero, desgraciadamente, el éxito de Maria como actriz no irá parejo a su felicidad personal. María, celosa de su independencia romperá con el insufrible Edwards que pretende convertirla en otra de sus posesiones. Posteriormente flirteará con el multimillonario sudamericano Alberto Bravano pero no se entregará a ninguno de estos grandes magnates sino que lo hará cuando quiera y con quien quiera, (generalmente con hombres humildes a los que pagará y con los que bailará libre y descalza sobre la yerba de los campos). 

María baila  descalza y su baile descalza es un símbolo  de lo que es este  ejemplar de mujer:  una mujer del pueblo, que pisa tierra, que desborda  autenticidad, espontaneidad, libertad y transpariencia, características todas las cuales  la convierten en una mujer dificil de olvidar.   Resulta, también,  encomiable el sentido de la dignidad a pesar de sus humildes origenes, que tiene María  a lo largo de su azarosa vida.

Harry y Maria harán juntos dos películas más hasta que en la Riviera Francesa, Maria conoce al conde italiano, Vincenzo Torlato-Favrini que vive en Rapallo junto a su hermana Eleanora y con el que finalmente se casa. Maria, enamorada del joven conde, descubrirá, sin embargo, la misma noche de bodas  que fruto de unas heridas de guerra su marido es impotente. 

La ardiente María tiene una aventura con el chofer de la familia de la que queda embarazada. Antes de que pueda contarselo a su marido el conde la descubre con el chofer y mata a ambos. 

La película es la primera producción en color de Mankiewick, de la que también es guionista, un guión con unos extraordinarios diálogos como solo este  gran cineasta, uno de los grandes del cine, es capaz de hacerlos, unos dialógos en los que se pone de manifiesto el profundo conocimiento de la psicología y las relaciones humanas que tenía Manckiewick.

Se dice que Manckiewick se inspiró de forma libre en la figura de Rita Hayworth y en el mundo de Hollywood de aquellos años, de la que hace  un retrato crítico: asi vemos el despotismo y la vanidad de productores como Edwards,  los odios, rencores y envidias propios de la profesión, la volatilidad de la fama,  la falta de adaptación de una íntegra  María al mundo lleno de falsas apariencias  de Hollywood. María es esa hermosa Cenicienta de corazón puro e insobornable,  que sale de ese tablao flamenco madrileño, que conoce luego  los lujos y oropeles de la meca del cine pero que no le importará abandonarlos porque tan solo ambiciona ser feliz junto a su principe azul. Desgraciadamente los principes azules, y esta película nos lo enseña, solo existen en los cuentos.
  
Ava Gardner luce esplendorosa en esta película, y su caracterización es tan perfecta que pocas veces como en esta es tan dificil separar al personaje de la actriz que lo encarna. Y es que seguramente la actriz Ava Gardner también tuvo en su vida real mucho de esa condesa descalza, una actriz en realidad tremendamente insegura, pero con un gran magnetismo sexual, que odiaba el star system a pesar de ser uno de sus principales mitos, un torbellino de fuego y pasión, que se bebió la vida (alcohol y hombres al mismo tiempo) como pocas actrices de la epoca y que contrariamente a su alter ego Maria Vargas que abandona Madrid para irse a Hollywood, abandonó la meca del cine para vivir durante algunos años en  España esa aventura vital absolutamente desbordante por la que se conoce y con la que se forja su leyenda. 

Además de la magnífica interpretación de la Gardner, el resto de actores, Humphrey Bogart, Edmond O´Brien y Rossano Brazzi o Valentina Cortese también realizan grandes interpretaciones: Bogart, tal vez alejado en su papel de sus registros más habituales interpreta el papel de Harry Dawes con gran solvencia, aportandole ese tono pesimista y amargado al filme. O, Brien recibió un oscar al mejor actor de reparto por su interpretación y Brazzi y Cortese aportan el elemento  pintoresco italiano al film.  

La música de la película incluye temas con aires españoles e italianos. Cabe señalar los temas propios de la película:  "Harry meets Maria", "A guitar for Maria", "Nocturno bolero" y "Death of Maria".

Calificación:

lunes, 2 de diciembre de 2013

"Casablanca", el sacrificio de un heroe romántico



Titulo original: Casablanca. Año: 1942. Director: Michael Curtiz. Productor: Hal. B. Wallis. Guión: Julius Epstein, Philip Epstein, Howard Koch y Casey Robinson. Interpretes: Humphrey Bogart, Ingrid Bergman, Paul Henreid, Claude Rains, Conrad Veidt, Peter Lorre. Sydney Greenstreet. Música: Max Steiner. Sonido: Francis J. Scheid. Fotografía: Arthur Edeson. Montaje: Owen Marks, Vestuario: Orry-Kelly. Género: Drama romántico. Estreno en USA: Noviembre 1942. Estreno en España: 19 de diciembre 1946

La película Casablanca se ha convertido con el paso de los años en uno de los mayores iconos de la cultura audiovisual popular contemporánea. Emitida decenas de veces en las televisiones de todo el mundo, forma parte de nuestra memoria personal y reune, tal vez por casualidad (probablemente ni sus creadores lo previeron)  una serie de elementos que perfectamente combinados la hacen una obra  especial y absolutamente  imperecedera.

El argumento es de sobras conocido: La acción se desarrolla durante la 2ª guerra mundial. Rick Blaine (Humphrey Bogart), un  cínico americano, curtido en mil batallas (luchó en España junto a los republicanos), dirige un local nocturno en la ciudad de Casablanca, "El café de Rick". Su cafe es un verdadero microcosmos en el que se mezclan oficiales nazis, colaboradores de la Francia de Vichy, estafadores, y exiliados politicos. Una noche, un estafador de poca monta llamado Ugarte (Peter Lorre) acude al local de Rick para vender unos salvoconductos que permiten a su poseedor salir del país, pero antes de que culmine la operación es detenido por el capitan Louis Renault (Claude Rains) un policia francés colaboracionista, no sin antes dejar dichos salvoconductos en manos de Rick. 

Al poco tiempo, llegan al local de Rick, una mujer, Ilsa Lund (Ingrid Bergman) y su marido Victor Laszlo (Paul Henreid). Enseguida descubrimos que la mujer había tenido un apasionado romace en la Francia ocupada, concretamente en Paris, con Rick y que un buen día, sin darle ninguna explicación, le abandonó. Sospechamos que buena parte de ese cinismo y amargura que destila nuestro personaje provienen de esa fallida experiencia amorosa. Pues bien, Laszlo, un activista checo, luchador contra los nazis, había venido al local de Rick para hacerse con los pases y asi poder salir de Casablanca, rumbo a América, desde donde continuar su lucha. Se entrevista con Rick para conseguir los salvoconductos pero este se niega a dárselos y ante la pregunta de porque no se los quiere dar, Rick le remite a su mujer.

 En este punto,  -esta es una de las escenas, de las muchas escenas clásicas de la pelicula-, su diálogo es interrumpido por un canto patriótico  de los oficiales nazis presentes en el local,  a lo que Laszlo responde, enardecido,  levántandose y pidiendo a los músicos del local que toquen La Marsellesa. Todas las personas presentes en el local van sumándose al canto que inicia Laszlo, apagando con sus voces el himno alemán. Esta especie de pequeña rebelión tendrá como consecuencia el cierre del local ordenado por los alemanes y ejecutado por Renault. Curiosamente muchos de los actores y extras de esta y otras escenas de la película eran verdaderos exiliados de la guerra lo que aporta un plus a la implicación emocional de sus interpretes.

Escenas memorables son también aquellas en las que Ilsa entra por primera vez al Café y ve allí a Sam, el pianista negro, y le pide "Tocala una vez, Sam, en recuerdo de los viejos tiempos". Sam no le hace caso y ella insiste, "Tocala, Sam, toca el tiempo pasará". 

Y sale Rick hecho un basilisco pues  la canción le trae amargos recuerdos,  pero luego se tranquiliza, aunque hablando luego con Sam dice: "De todos los bares en todos los pueblos del mundo, ella tiene que entrar en el mio". O luego, por la noche, Rick pidiendole a Sam que la vuelva   a tocar "Si la tocaste para ella, la puedes tocar para mí", "Si ella pudo soportarla, yo también puedo".

Posteriormente, Ilsa hablará con Rick para pedirle  los salvoconductos, a lo que él se niega nuevamente. Ilsa le confiesa que le sigue amando y le explica lo sucedido en Francia. Cuando le conoció en Paris creía que Laszlo, su esposo había muerto en un campo de concentración nazi, pero cuando descubrió que  había escapado del campo y vivía abandonó a Rick y regresó con su marido. Al escuchar la historia de Ilsa, Rick cambia de actitud y confía en que  se quede con él. "Siempre nos quedará Paris" y "Los alemanes iban de gris y tu ibas vestida de azul"  son otras celebres frases dichas por Rick a Ilsa en algunas de las escenas más románticas del filme.

Laszlo sospecha que hay algo entre su mujer y Rick. Laszlo es arrestado por un motivo menor y gracias a la intermediación de Rick es liberado, no sin antes prometer a Renault que podrá arrestarle por un motivo mucho mayor: la posesión de los salvoconductos. Rick hace creer a Renault que se irá a EEUU con Ilsa. Pero lo que en realidad hace es entregar los salvoconductos a Laszlo. Posteriormente,  cuando  Renault va   a detener a Laszlo,  Rick se lo impide a punta de pistola. Ilsa duda en quedarse con Rick, pero este le convence de que debe marcharse pues si se queda se arrepentirá toda la vida. 

Aparece entonces el mayor alemán Strasse, que había sido avisado por Renault para impedir la huida de Laszlo, pero Rick le mata. Cuando llega el dispositivo policial el capitan Renault salva la vida de Rick cuando manda detener a los sospechosos habituales. El avión con Ilsa y Laszlo ya ha partido. Finaliza la película con la imagen de  Renault y Rick caminando juntos y una de las muchas frases de la película que ha hecho historia "Louis, creo que este es el principio de una gran amistad".
  
Como hemos visto,  la película gira en torno al dificil conflicto interno de Rick que deberá elegir entre la posibilidad de irse con su amada Ilsa o sacrificar su amor en pro de un bien mayor: la lucha por la libertad de Europa contra los nazis. Rick, a pesar de su aparente cinismo,  es un idealista (siempre luchando por la libertad y contra el fascismo),  vulnerable, un heroe romántico, duro por fuera, pero con el corazón roto por dentro.

¿Por que esta película se ha convertido en un clásico, cuando en el momento de su rodaje nada hacía presagiar su conversión en un mito, en una película de culto?.  La película funciona como un mecanismo de precisión perfecto que provoca sentimientos contradictorios en el espectador y un poderoso impacto emocional. 

Para empezar, cuenta con unos carismáticos protagonistas que, salvo Paul Henreid, hacen unas interpretaciones maravillosas: Bogart borda el papel de ese hombre idealista, curtido en mil batallas, cínico, duro  y romántico al mismo tiempo. Bergman hace lo propio con ese papel de mujer hermosa y  libre, que vive su pasión en unos tiempos dificiles, que tiene sus dudas, ¿que es lo que realmente siente por su marido, Laszlo?: ¿Tal vez agradecimiento, admiración?, pero que al mismo tiempo sacrifica su amor por un sentido del compromiso y del deber. 

Existe, además una gran química entre Bogart y la Bergman. La mirada de ella y la reaccion de él se transmite a la pantalla y de ahi al corazón de los espectadores. No son personajes planos, como el de Laszlo, sino tremedamente humanos, incluso dubitativos, que van evolucionando a lo largo del filme hasta tomar finalmente la decisión que creen correcta. Rick obliga a Ilsa a estar a la altura de lo que se espera de ella. 

Cuando hablamos de sentimientos contradictorios nos referimos a esa lucha interna, que hacemos propia como espectadores, entre el amor y el deber de nuestros protagonistas. ¿Seríamos más felices si Ilsa se hubiese quedado con Rick?. Probablemente, pero ni el momento en que se hizo la película, -la guerra contra los nazis-,  ni la moral imperante en la época lo hubiesen permitido.  

La película que ha mantenido, incluso incrementado su popularidad a lo largo del tiempo, convirtiéndose en una de las mejores películas de la historia del cine se basó en la obra teatral "Everybody comes to Rick´s" de Murray Burnett  y Joan Alison que nunca fue puesta en escena. 

Fue ganadora de varios premios Oscar, entre ellos el de mejor película de 1943, guión y director. A pesar del gran número de escritores implicados en la película el guión tiene una gran unidad y consistencia. Destaca igualmente la fotografía de Edeson que obtiene alguna de las mejores apariciones de la Bergman en la gran pantalla con esa  luminosa mirada entre triste, tierna y nostálgica. 

En cuanto a la música, además de la banda sonora  de Max Steiner sobresale la canción "As time goes by" (El tiempo pasará) de Herman Hupfeld. Otras canciones incluidas en la película son "It Had to Be You",  con letra de Gus Kahn y música de Isham Jones; "Knock on Wood", con música de M.K. Jerome y letra de Jack Scholl, y "Shine"  de Cecil Mack y Lew Brown, con música de Ford Dabney. En una de las escenas de flash back en París, Rick e Ilsa bailan al ritmo de "Perfidia" del compositor  mexicano Alberto Domínguez Borrás. 
Calificación:

domingo, 1 de diciembre de 2013

"Jennie": Hoy es el mañana de otro tiempo




PORTRAIT OF JENNIE  (1948). Basada en el libro de Robert Nathan. Produce:  David 0´ Selcznick. Director:  William Dieterle. Interpretes: Jennifer Jones, Joseph Cotten, Ethel Barrymore. Música: inspirada en temas de Claude Debussy y escrita y diriga por Dimitri Tiomkin. Fotografia: Joseph H. August.

Hace más de 20 años que ví por primera vez esta película y me produjo una profunda impresión. La he visto luego un par de veces, la última,  hace unas pocas semanas y me sigue pareciendo una obra maestra absolutamente imperecedera. Eso sí,  constituye una rara avis en el cine clásico de Hollywood, tan poco dado a este tipo de ensoñaciones onírico-románticas, más alla del tiempo.

La película cuenta la historia de un  pintor, Eben Adams (Joseph Cotten), en plena crisis creativa que conoce un día de invierno  en un parque a una muchacha, Jennie Appleton  (Jennifer Jones) que parece proceder de un tiempo pasado.  La joven Jennie le pide a Eben que le espere y le dice que se dará prisa por crecer para poder estar con él. También le pide que le pinte un retrato. En efecto, con cada nuevo encuentro la niña se irá convirtiendo en joven y luego en mujer. Eben pintará su retrato y prometen no separarse nunca pero el destino de Jennie será otro y en una aciaga tempestad, su barca zozobrará y desaparece.

Esta sipnosis del argumento no hace justicia a una película que merece estar entre esas 8 o 10 grandes películas  que ha dado el cine a lo largo de todos los tiempos;  Una pequeña joya que analizo, con detalle, a continuación.

La película comienza con una voz en off (en castellano, con la voz grave, profunda e inconfundible de Teofilo Martínez) que hace una presentación de la historia de Jennie,  y dice:  "Desde el principio de los tiempos el hombre ha sido consciente de su pequeñez,  de su  insignificancia ante el tiempo y el espacio, el infinito y la eternidad y se ha estremecido ante el misterio de lo que el hombre llama vida  y de lo que llama muerte porque quien sabe si morir no será vivir y los que los mortales llaman vida será en realidad la muerte... Nada muere,  todo cambia solamente". Y se pregunta, ¿Qué es el pasado?, ¿Qué es el futuro?. Se pregunta, también,  si será  cierta la historia que nos van a narrar y anima a verla  con los ojos del corazón.

Vemos al pintor paseando por  un Nueva York nevado ( invierno de 1934), magistralmente fotografiado por Joseph H. August, que utiliza sabiamente, y a lo largo de toda la película,  los contrastes de luces y de sombras, las luces difusas, las iluminaciones a contraluz, incluso en algunos fotogramas y, por momentos,  utiliza todo tipo de técnicas pictóricas,  fusionando armónicamente la magia del cine y de la pintura. Este magistral manejo de la fotografia destaca más si cabe ese halo de irrealidad que rodea a nuestra protagonista. Lo mismo sucede con la música.  Los acordes de "Preludio a la siesta de un fauno" de Claude Debussy acompañan las apariciones  de Jennie. Jennie hace alusión en una de sus apariciones en el parque  a la música de las estrellas, mientras vemos el titilar de estas sobre un parque fantasmagorico. Todo un poema visual.

Además de la protagonista femenina de nuestra historia, interpretado con corrección por JenniferJones y del papel de Eben bien  interpretado por un sobrio y contenido Joseph Cotten,  cabe destacar el papel secundario de la galerista Mrs. Spinney (una excelente Ethel Barrymore), una mujer que ha visto pasar su vida sin haber sentido el amor y que siente por el joven pintor un secreto sentimiento amoroso y de protección.

Nuestro pintor es un artista frustrado. Pinta cuadros técnicamente perfectos pero que carecen de vida, de la pasión que surge de la inspiración o la genialidad. Será cuando conozca a Jennie, en un Central Park nevado, cuando nazca en él la inspiración del  verdadero artista que siente y que crea desde el corazón. Es la búsqueda de la belleza y del amor que transciende las barreras del tiempo.

En su primer encuentro encuentra a una Jennie muy joven que canta una extraña y evocadora canción: "De donde vengo nadie lo sabe y  adonde voy, todo va. El viento sopla, el mar se agita, nadie lo sabe..." una de las más sugerentes canciones que ha dado el cine y que fue compuesta por el compositor Bernard Hermann, uno de los músicos preferidos de Alfred Hitchcock. "Deseo que espere a que crezca para que estemos siempre juntos",  le dice Jennie a nuestro pintor. Y le habla de cosas que parece que sucedieron en la ciudad años atras.  Como si el tiempo pasado de la niña y el presente del pintor se cruzasen  en ese portal mágico, donde confluyen el espacio y el tiempo,  y que por  momentos quisieramos descubrir bajo las torres de dos rascacielos iluminados por un sol de invierno y nieve.

En ese primer encuentro la niña olvida en un banco del parque,  envuelto en un periódico de 1910 una bufanda de mujer. Y en su estudio Eben pergeña un dibujo de la niña al carboncillo. Eben vuelve a ver a la niña que es ya una adolescente en el parque. "Me doy prisa en crecer" le dice. El la devuelve la bufanda aunque ella parece que no la reconoce.

Eben desea poder volver a verla pero no hay ningún sitio donde poder buscarla, como si de una presencia fantasmagórica se tratase que vagase   por los intersticios del tiempo, entre el pasado y el presente, ora viviendo su vida junto  a sus padres en el pasado, ora apareciéndose al pintor en el parque, en el presente. Eben no duda de que Jennie no es producto de su imaginación, los demás sí,  e investiga. Los padres de ella, unos afamados equilibristas,  murieron en el alambre en 1910. Esa misma noche el pintor vuelve a encontrar a una Jennie que llora por la muerte de sus padres, como si los hechos acabaran de suceder, aunque ella dice que llora sobre todo por haberse quedado sola, terriblemente sola.

"Hablas de cosas que pasaron hace tiempo", le dice Eben  a Jennie. Y ella es consciente, en cierto sentido,  de ese viaje suyo que transciende las barreras del tiempo. Ella cree que tiene que encontrar algo. No lo sabe. Tal vez el amor. Jennie es una  criatura triste y sola que, como veremos más tarde,  en su pasado-pasado nunca  llegó a amar y a ser amada.

El siguiente encuentro con Jennie se produce en su estudio. Alli vemos a una joven, ya casi una mujer, que tras la muerte de sus padres es recogida por una tía que la ingresa en un colegio religioso,   un convento. "Quería venir antes pero no pude.." dice Jennie. "...Me doy prisa, voy deprisa, voy muy deprisa.... " como si quisiese acelerar los años de su vida para ser mayor y poder  encontrarse  o reencontrarse con su amado de otra era, de otro tiempo.  Pero el destino... parece depararles...un trágico final. Eben había  dibujado un cuadro en el que aparecía el Faro del Fin del Mundo, un extraño paraje costero que a él particularmente le gustaba...pero que a ella su sola visión, cuando lo decubre plasmado en un  lienzo, en el estudio,    le da miedo, le produce una gran  desazón e inquietud. Como si de un presentimiento se tratase. Ella dice que no sabe si ha estado alli pero la visión de ese cuadro le produce una enorme y profunda tristeza. Se siente triste por cosas que no han sucedido, o tal vez por las cosas que van a suceder. Prometeme que no me olvidarás, le pide Jennie a Eben. Y cuando hablan de volverse  a ver... mañana, Eben pregunta "¿Cuando es mañana?", ella contesta con una frase que resume la magia de esta película:  ¡Qué importa. Hoy es el mañana de otro tiempo!.

El artista se desplaza al convento donde estudia Jennie para ver la ceremonia de toma del velo de alguna de sus compañeras. Temía que no estuviese allí, piensa. Ella le dice que se alegra que le siga esperando. Y asistimos a la escena más larga que comparten los protagonistas, pues después de acompañarla en su visita  al convento, aparecen juntos y enamorados, de noche,  junto a la orilla de un rio, bajo la luz de la luna que se refleja en sus aguas. Por fin Eben ha encontrado lo que estaba buscando, como artista y como hombre. Como artista ha encontrado ese algo eterno que hay en una mujer, que no es del presente ni del pasado, que no tiene edad ni tiempo. en relación, no cabe duda,  con  la busqueda de la belleza y la perfección que anima el genio del artista.  Como hombre busca el amor, igual que  ella, y  teme, al igual que  ella, que pese a que estan destinados uno al otro, pese a que su amor es infinito y trasciende el tiempo,  pueda haber una distancia entre ellos mucho más cruel que el del ayer o el del mañana: la muerte, la no existencia.  Y  les  asusta que no haya modo de salvar esa distancia.

La ciudad duerme y ellos pasean por las calles solitarias, abolutamente vacias, como si formasen parte de un sueño, un sueño compartido. Empieza  a amanecer. La vida empieza de nuevo. Ella había terminado sus estudios en el convento y tenía que irse con su tía a pasar el verano, dos meses, solamente dos meses y cuando terminase el verano estarían juntos para siempre. Esta larga escena de los protagonistas termina, nuevamente, como otras veces en el estudio de Eben. La luz ilumina sus rostros como si saliese del mismo cuadro. "Pinta todas las cosas bonitas que hay en el mundo" le dice Jennie a Eben. El viento sopla, el mar se agita... En clara referencia al  cuadro del faro del Fin del mundo.  Jennie ve la bufanda y se pone triste. Y cuando apenas Eben se da la vuelta buscando algo en el estudio ella, como tantas otras veces,  se desvanece.



 Llegó el otoño, pero Jennie no volvía. Eben va al convento y pregunta a una de las monjas por la muchacha. Jennie murió el 5 de octubre de 1920. Salió sola, como hacía en otras ocasiones,   a navegar en un balandro, muy cerca del Faro del Fin del Mundo y una enorme y sorpresiva  ola hizo zozobrar su barca. Nunca más se volvió a saber de ella. La religiosa le lee a Eben una de sus cartas. En ella, Jennie se lamenta de que no ha encontrado a nadie que la ame ni a quien amar. Eben le dice a la religiosa que él ha conocido a Jennie, que incluso estuvo con ella en el convento. La religiosa le escucha y parece creerle. "Los hilos de nuestras vidas están entrelazados y ni el mundo, ni el tiempo pueden separarnos", dice Eben a la monja. "Hoy es 1 de octubre. Tengo 4 días para poder volverla a ver".

En efecto Eben se desplaza al pueblo cercano al Faro del Fin del Mundo. No hay amenaza de  huracan. Había en ella algo que parecía venir de muy lejos,le comenta  a Eben un viejo pescador, el pescador que le alquiló el balandro a Jennie, 14 años atras. Eben navega en la barca y la calma da paso, de repente, a una terrible tormenta que le arroja a la playa junto al Faro, de cuya imponente escalera de caracol tenemos un magnico plano.

Llama a Jennie, una y otra vez. La tormenta se calma y Eben ve por fin el balandro de Jennie surcando las aguas. Corren y se abrazan. Tenemos toda la eternidad para estar juntos. El tiempo cometió un error. La vida no es plena hasta que no se ama ni se es amado. Después ya no existe la muerte, se dicen. Pero una gran ola les separa y Jennie, en una memorable escena pierde la mano de su amado y es arrastrada por la enorme ola hacia el mar. Poco tiempo después vuelve la calma y  se oye el canto de los pajaros.

Eben es rescatado y en una de las últimas escenas, postrado en una cama, junto a la Sra. Spinney cuenta su increible historia. Nadie le cree. Sólo le encontraron a él medio ahogado junto a la orilla. Sin embargo hay algo que nos vuelve   a conectar con la hermosa  historia que hemos conocido.  La bufanda (de Jennie) estaba allí, junto a su cuerpo, en el mismo lugar  donde le recogieron. Y por eso mismo, Eben sabe que lo que ha vivido no ha sido un sueño, ni una ilusión. El retrato de Jennie, en color, el único fotograma en color de la película, pone punto y final a esta inolvidable obra.

Comentarios del Autor:

Esta película clásica nos sorprende por su original planteamiento y su bella factura. Nos cuenta una bellísima historia de amor de dos seres que pertenecen a epocas diferentes y que superan las barreras del tiempo para encontrarse y amarse. Jennie no es un fantasma aunque su evanescente presencia y su rapido desvanecimiento pueda parecerlo. Jennie es una criatura real avida de amor que se proyecta hacia el futuro para encontrarse con su alma gemela, 14 años después de su muerte. Hay una Jennie, que no conocimos, que tuvo su propia vida, llena de tristeza y soledad.  Y hay una que Jennie que vive al mismo tiempo en dos planos de existencia, la suya propia, entre 1910 y 1920 y la coexistencia, en  fugaces momentos, con su amado, del invierno de 1934 y los dos suceden para Jennie de forma paralela.  La historia que vemos en la película es en cierto sentido una reescritura de su propia vida. Una segunda oportunidad para alcanzar aquello que siempre anheló: amar y ser amada. Y sin embargo la  Jennie que se proyecta en 1934 es consciente, sin haberlo vivido,  o precisamente por haberlo vivido de su propio y fatal destino, ese destino que se volverá  a repetir en octubre  de 1934.


Calificación: